sábado, 31 de marzo de 2018

Fotografías y episodios de Mi Tierra. Upata y naturaleza en imágenes

Crepúsculo con Sol de los Venados
Plazoleta de la Unidad Educativa Morales Marcano
Tras la brevedad de la captura de una imagen se esconden contenidos, impresiones, mensajes, y la sorprendente variedad de colores y episodios que conforman la cotidianidad de nuestro universo. Upata, sus parajes, sus animales, su árboles, su gente, sus construcciones, desde las más sencillas o humildes hasta las más complejas, sus patrimonios históricos, sus recodos, todo ello configura parte de ese microcosmo citadino pueblerino urbano rural, que nos debe mover al orgullo y  la alegría, a la reflexión y por qué no al conocimiento de lo real; lo que está allí al alcance de nuestros sentidos, pero que por la circunstancia del día a día del trajín laboral y la rutina de la supervivencia o la diversión fácil, no valoramos y disfrutamos en su justa medida. 

En Upata los cujíes no lloran de dolor sino de ausencia

Cují en floración en paisaje lagunero en sector San Lorenzo de Upata
El cují Acacia macrocantha es otro habitante emblemático de Upata. Es común en las sabanas arenosas que se abren al Este del valle del Yocoima y en las zonas pedregosas y de baja precipitación donde no se dan condiciones para el desarrollo de los bosques medios, o de otros ecosistemas húmedos, el cují está presente alternando su copa robusta pero no tan alta, como compañero de otras leguminosas igual de abundantes en la zona como el dividive y el yacuare, o alternado con los también comunes guásimos. Pero también se desarrolla bien en la cercanía de tapones y humedales, en los terraplenes o zonas más secas de protección de estos reservorios de agua, donde exhibe igualmente su porte y verdor, con más intensidad que en terrenos más áridos.
Cují en terreno cercano a la Perimetral de Upata, en callejón de entrada a los sectores La Milagrosa y Las Tablitas.

El cují sobresale por la extrema pequeñez de los foliolos de sus hojas parinpimnadas, y por la abundancia de espinas, alargadas y gruesas en la base,  además de su no tan llamativa flor amarilla en copo o tipo cabezuela, que le es característica, y por su fruto en vaina de unos 4 centímetros, alargado pero relativamente irregular en su forma. Crece entre 4 y 6 metros por lo general, aunque hay ejemplares que se elevan hasta los 8 metros, es orginaria de América Central, el Caribe y Sudamérica, donde se le localiza hasta el norte de Argentina y sur de Perú. Tiene algunos componentes tóxicos, en sus hojas, corteza, raíces, pero a sus espinas se le da uso medicinal para combatir las afecciones dentales, dolor de muelas, dientes y encías. Sus hojas son un excelente abono natural, y constituye alimento para algunos animales. En zonas rurales donde abunda tiene uso como leña y hasta para trabajos de carpintería. 
Esta especie botánica de la familia de las Fabaceae y de la subfamilia de las Mimosoideae  como ya señalamos tiene las flores pequeñas y redondeadas o globosas, lo que lo diferencia notablemente del «cují yaque» un pariente cercano de la misma familia de las leguminosas, que tiene las flores alargadas y colgantes de amarillo a crema, dispuestas en racimo cilíndrico espigada de hasta 5 centímetros, que por cierto no es propia de Guayana. El cují nuestro guayanés el Acacia macrocantha, que es el que hemos visualizado en la periferia de la ciudad de Upata, y que es típico de las zonas rurales, donde abunda sobre todo a los costados de caminos y de las lagunas, abrevaderos y tapones, donde proporcionan sombra al ganado. 
Cují a un costado de la quebrada de El Caballo

Si bien no es un árbol o arbusto de sombra de gran tamaño, o típico como lo puede ser el mango, el samán o el mamón, el cují en las sabanas resecas de Upata, al Este de la ciudad, solía ser refugio de los jóvenes y niños que correteaban por estos parajes en sus incursiones y paseos tradicionales, en ruta hacia otros escenarios más frescos, o como vegetación protectora de pequeños cursos de agua o tapones como el de La Viuda ya desaparecido, o la más lejana laguna de El Piso, en la ruta a Villa Lola,  y era también abundante en las inmediaciones del desaparecido Hipódromo Las Guarataras, donde formaba bosques de espinares que separaban este espacio recreativo de la zona de Banco Obrero. Es abundante todavía el cují en los bosques bajos de la zona de El Candado al este de la ciudad, y en toda la franja de sabana y matorrales de San Lorenzo, La Laja, La Victoria, zona alta de Carlos Enrique Alvarez, en la ruta El Guamito Los Coloraditos Complejo Ferial y en los lomerios de Monserrat,  Aunque de breve sombra un buen cují sin las ramas tan caídas o cercanas al suelo, hasta era utilizado para el descanso reparador, y evitar la inclemencia de los rayos del Sol, costumbre muy propia en otros tiempos, además de su utilidad para el amarre de los cuadrúpedos como caballos, burros y otros animales domésticos.
Muchas historias se tejieron en esos tiempos idos en torno a un tradicional cují o a cujizales, que se prodigaban en la Upata de la ruralidad. Ahora en estos tiempos modernos otras especies de crecimiento rápido, algunas exóticas y otras con mayor abundancia de sombra o frutos comestibles, o de copa más extendida, han sido preferidas en el ornato urbano. No obstante sería deseable que más allá de su crecimiento natural, espontáneo en la periferia de la ciudad, el cují pueda ser también incorporado como árbol ornamental representantivo de nuestro clima caliente y fresco del Valle del Yocoima y sus alrededores.  

 
POEMA AL CUJÍ

Habitante emblemático de Upata
Que dormitas en las arenosas sabanas
Y en las zonas pedregosas, allí acicalas la quietud del viento, en
espera de un día soleado.

Arbusto, pequeño árbol
Que atalayas horizontes insomnes
Prodigas tu pequeña
Pero reconfortante sombra,
Con tus indivisas espinas;
Las bestias abrevan de sombra
El sopor térmico que las sofoca.

Por esos caminos de agobiante calor
Eres aliado, refugio para un descanso reparador:
Cuántos cuerpos curtidos cobijas Cují.
Ofrendas la poca, pero reconfortante, sombra que otorgas
Generoso ser vegetal
Que tu nombre se eternice
En la presencia y no la ausencia,
Como eterno agradecimiento
de aquellos que cobijaste
Bajo tus pies, y de los ecosistemas degradados
Que redimieron su esperanza en ti:
Cuanto compartes  cují compinche
Abrevador de caminos
 
Autor Daniel Ruiz Correa

Árbol de Copey

Frutos de copey, en en ejemplar de mediano porte en el cerro El Toro de Upata.
Este copey de ramas y follaje extendido, aunque no frondoso, es típico de las sabanas pedregosas del cerro El Toro de Upata, tanto en sus colinas bajas como en los lomeríos más  elevados de este relieve principal localizado al este de la ciudad. 
Un árbol de notable belleza, asociado por tradición e historia a nuestra Venezuela tropical es el copey, una especie autóctona que crece y se reproduce sobre todo en los bosques serranos o montañosos de la Cordillera de la Costa y con particular intensidad en la isla de Margarita, donde despliega su belleza y majestuosidad, en las pendientes verdes del cerro más elevado de este territorio, que constituye una zona protegida. El Parque Nacional.  Cerro El Copey, constituye la principal reserva de agua dulce de la isla, su cima principal se eleva casi hasta los 1000 metros sobre el nivel del mar, por lo que es visible su perfil desde decenas de kilómetros a la redonda,  incluso desde la Tierra Firme del estado Sucre. Importante también esta Área Bajo de Régimen de Administración Especial ABRAE por la particularidad de las especies vegestales y animales que allí tienen su asiento, entre otras el cotorro margariteño y el venado de pequeño porte que allí tienen su espacio de vida. 
Al copey se le conoce científicamente como Clusia rosae o Clusia major, nativo de América Tropical, presenta también raíces aéreas en algunas de sus ramas principales, posee hojas anchas, de un verde intenso, y flores blancas no tan llamativas, alcanzando una altura media en condiciones no tan favorables pero desplegando toda su magnitud potencial en los bosques húmedos donde se desarrolla favorablemente. 
En Upata el copey no están presentes en su flora urbana, ya que los pocos que alguna vez fueron plantados o fueron talados o murieron naturalmente.  no obstante en las colinas y laderas del cerro El Toro, y las lomas adyacentes a este macizo o relieve al norte y este de Upata, sí hemos podido localizar, sobre todo en terrenos quebrados, o sobre promontorios de rocas y lajas algunos ejemplares de copey, que forman parte fundamental de esos ecosistemas, eso sí se trata de árboles de mediano a pequeño porte, que para mediados de año despliegan su hermosa flor color crema de tamaño apreciable y aisladas en cada rama. A finales de año se dejar ver los frutos redondeados de este árbol, cuan adornos, allí permanecen largo tiempo.  
Copey altamente apreciado por los defensores de la naturaleza fue el que estaba ubicado en la cuadra de la Alcaldía de la ciudad hermana de Guasipati, donde mostraba un frondoso aspecto, y le daba a los caminantes y los que ejercían actividad informal excelente sombra, pero como siempre el progreso se impuso, y desde hace una década fue extirpado de raíz, y de él solo queda una fotografía que logramos tomarle cuando aún no había sido víctima del hacha y la motosierra. 
Hojas ovaladas del copey, al lado los frutos de esta especie del género Clusia, que crece silvestre en las colinas y matorrales sobre sustrato rocoso del este de Upata. 


Este Copey en Guasipati fue arrasado por el "progreso"